Capitulo Tercero de la versión en "Añol"
El Guardián Felino
La pequeña hada abeja no puede dormir. Un día especial se avecina y los
sonidos de la noche son hoy distintos. Está a punto de experimentar un
peligroso ataque de curiosidad.
Es la madrugada en la que su madre completa cuarenta y tres lunas y quiere
saberlo todo ya. Especialmente quién o qué produce ese ruido extraño en la raíz
de su casa de pino desde hace tres noches. Teme que sean las polillas peludas de
las que le habló su amiga Lilydee en la escuela de magia. Aquellas que vienen
en la noche a llevarse a las hadas desobedientes entre sus alas negras
empolvadas y peludas. Lo oyeron de hadas adolescentes en la escuela de magia de
esas usan puré de moras en los cachetes para verse más bonitas.
Sabe que debe volver a dormir pronto pero su lengua no puede parar de mecer
el diente que tiene suelto. El sueño se ha ido del todo. Mamá B tiene una
fiesta con su clan de amigas al medio día y piensa que quizás esté preparando
ponqué de caramelo y helado de dulce de leche. Decide levantarse e ir a
investigar…
Ve la casa muy distinta en la noche iluminada con tan sólo la luz de la
luna llena. Es tan brillante que juega con las sombras de las cosas como un sol
de noche oscura. Podría escribir sin velas si quisiera. Por un momento se
imagina cómo sería la vida si se viviera de noche y se engloba mirando al búho
girando la cabeza a través de la ventana.
Su familia está profundamente dormida pero ella decide llenarse de valentía
e ir a saciar su curiosidad. Mientras baja la casa cruje como siempre bajo sus
pies de hada descalzos. Tras los hornos donde diariamente se cocina está la
puerta de hierro que conduce a la mina de Mamá B. Ese lugar secreto donde ella
pasa gran parte de sus noches. Beebusch prometió no bajar nunca sola al
subsuelo pero esta ocasión parecía un asunto de seguridad familiar.
Para bajar es necesario usar un casco de bellota para protegerse porque las
pisadas de animales grandes pueden derruirlo todo en cualquier momento. Aunque
todos los cascos son demasiado grandes ella toma el Papá y siguiendo previas
instrucciones cubre bien sus antenas y esconde las trenzas. Unas escaleras
largas y derechas conducen a la entrada de la mina. La barandilla ancha de
metal al lado izquierdo la usa Mamá B para deslizar las cosas pesadas que lleva
al trabajo o arrastrarlas hacia arriba cuando termina. Esta noche convertida en
tobogán para que Beebusch aterrizara como estrella fugaz en la entrada de la
mina con un morado nuevo en la pierna y dos rasguños.
La entrada de la mina tiene una puerta pesada de madera con grabados de
hadas, animales y duendes. La llave de plata está puesta y gira como con
mantequilla, pero la puerta es tan pesada que debe empujarse con el aguijón en
reposo y sus partes circundantes; esa parte el cuerpo que Mamá B no puede ver
al aire sin verificar la contextura. Tras dos intentos fallidos y el uso de una
maldición aprendida en secreto de su padre, el hadita decide aplicar un poco de
magia aprendida en la escuela. Cierra sus ojos, aguanta la respiración y
diciendo las palabras: “puede más la fuerza del corazón que la fuerza de la
razón” empuja con fuerza y la puerta se abre.
Sus ojos negros inmensos observan atónitos alrededor. Primero porque no
puede creer que la magia funcione con sólo quererlo; sino porque no puede creer
que exista un lugar tan distinto. Un espacio blanco como la barriga de su
hermano duende con un techo altísimo desde donde se ve perfectamente la luna y
la estrella donde vive el Abuelo Cheche. En el piso el sello familiar como el
que ella misma lleva en su medallón y en frente tres puertas de cristal tallado
con cerraduras de oro. Al mirar de reojo el piso se paraliza del susto con su
propia imagen. En lugar de hada abeja parece más un champiñón arácnido. Desde
pequeña ha tenido pelo de hada bebé en el marco de su cara que no ha querido
crecer ni se dejar pegar con agua de azúcar cuando la peina su mamá. Ese
despeluque entre un casco de bellota demasiado grande y pijama de pétalos de
hortensia revela en el piso de mármol una imagen espeluznante. Nada por qué
preocuparse.
Pero al acercarse a mirar tras la primera puerta su corazón empieza a
palpitar un poco más rápido. Siente un viento caliente intermitente cerca a su
oído y la sangre subiéndole rápidamente hacia la cabeza. Su sombra de champiñón
se ha tornado en algo monstruoso y bigotudo. Siente ganas de llorar y gritar
pero justo antes oye la voz firme de su mamá decir:
-“Pepper Rose” Basta, déjala ya!
Confundida por el llanto y en brazos de su madre no sabe qué decir ni qué
pensar. No puede ni ver por el volumen de llanto que sale de sus ojos mientras
trata de entender lo que pasa. No sabe de qué tamaño es el problema en que anda
metida. Poco a poco logra enfocar el rostro de Mamá B y empieza a escuchar sus
dulces palabras.
-
Beebush,
esta es Pepper Rose, la guardián felina de la mina. Lo que tú siempre habías
querido. Un gato como los guardianes del Castillo de Suesca en la cordillera.
El llanto se tornó en sonrisa con la rapidez mágica con que los niños
logran olvidar los problemas y Beebush se sintió el hada abeja más feliz del
mundo.
El Ministerio de minas otorga la concesión de un Guardián de Mina felino
cuando la magia de un hada joyera se vuelve demasiado poderosa. Protege la
casa, la familia y garantiza que los amuletos que lleguen a manos de las hadas
o duendes indicados. Mamá B tuvo que trabajar mucho para lograrlo. Todo era
parte de su proyecto secreto en que trabajaba por las noches y que debía
completar antes de cumplir sus cuarenta y tres lunas llenas.
Puesto que era la hora de volver a la cama y las caricias a Pepper Rose ya
eran demasiadas, Mamá B tomó la mano de su hada abeja para contarle brevemente
su secreto. Paradas sobre el sello familiar que recrea la forma de sus alitas y
sus piernas de hada abeja a rayas se ven equidistantes las tres puertas
mágicas. Cada una con un letrero de oro sobre el umbral con una breve palabra.
La primera puerta dice CREAR, la segunda HACER y la tercera DAR. Para abrir
dos de ellas es necesario que el Guardián Felino se siente sobre el sello
central de la familia con sus patas
delanteras oprimiendo los rubís de las antenas. Gracia a ello y una vez la
cerradura de oro de la puerta respectiva se ilumina, se puede girar la llave y
entrar. Madre e hija entran a la cámara del DAR y la pequeña hada abeja no puede entender porque su ser aparece pintado en todas partes. Cajas azul pastel de todos los tamaños están organizadas a lo largo de una mesa de producción. Cintas rojas de varios anchos, bolsas de seda, papelillos de corteza de árbol de mil tamaños con Beebush en su mejor atuendo, sus alitas, sus trenzas, las botas de imán y el medallón. Las paredes llenas de pequeños cajones de cristal.
Mamá B se agacha frente a ella y con lágrimas en los ojos le dice:
-
“Esto
es por ti y para ti, mi pequeña hada abeja. Lo que soy y lo que hago para que
nuestra vida de hadas con aguijón sea más fácil. Vamos a compartir a partir de
hoy nuestra magia con todo el mundo!”
Sintiéndose como el hada más famosa de la noche la pequeña vuelve a cama. Pensando
en a quién contar primero su aventura de madrugada, sufre de pensar que hermano
duende le tenga celos por ello. Mamá B promete mostrarle al final del día lo
que hay detrás de las otras puertas.
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