Tuesday, October 2, 2012

Capitulo III: El Guardían Felino


 
Capitulo Tercero de la versión en "Añol"
El Guardián Felino
La pequeña hada abeja no puede dormir. Un día especial se avecina y los sonidos de la noche son hoy distintos. Está a punto de experimentar un peligroso ataque de curiosidad.

Es la madrugada en la que su madre completa cuarenta y tres lunas y quiere saberlo todo ya. Especialmente quién o qué produce ese ruido extraño en la raíz de su casa de pino desde hace tres noches. Teme que sean las polillas peludas de las que le habló su amiga Lilydee en la escuela de magia. Aquellas que vienen en la noche a llevarse a las hadas desobedientes entre sus alas negras empolvadas y peludas. Lo oyeron de hadas adolescentes en la escuela de magia de esas usan puré de moras en los cachetes para verse más bonitas.

Sabe que debe volver a dormir pronto pero su lengua no puede parar de mecer el diente que tiene suelto. El sueño se ha ido del todo. Mamá B tiene una fiesta con su clan de amigas al medio día y piensa que quizás esté preparando ponqué de caramelo y helado de dulce de leche. Decide levantarse e ir a investigar…

Ve la casa muy distinta en la noche iluminada con tan sólo la luz de la luna llena. Es tan brillante que juega con las sombras de las cosas como un sol de noche oscura. Podría escribir sin velas si quisiera. Por un momento se imagina cómo sería la vida si se viviera de noche y se engloba mirando al búho girando la cabeza a través de la ventana.

Su familia está profundamente dormida pero ella decide llenarse de valentía e ir a saciar su curiosidad. Mientras baja la casa cruje como siempre bajo sus pies de hada descalzos. Tras los hornos donde diariamente se cocina está la puerta de hierro que conduce a la mina de Mamá B. Ese lugar secreto donde ella pasa gran parte de sus noches. Beebusch prometió no bajar nunca sola al subsuelo pero esta ocasión parecía un asunto de seguridad familiar.

Para bajar es necesario usar un casco de bellota para protegerse porque las pisadas de animales grandes pueden derruirlo todo en cualquier momento. Aunque todos los cascos son demasiado grandes ella toma el Papá y siguiendo previas instrucciones cubre bien sus antenas y esconde las trenzas. Unas escaleras largas y derechas conducen a la entrada de la mina. La barandilla ancha de metal al lado izquierdo la usa Mamá B para deslizar las cosas pesadas que lleva al trabajo o arrastrarlas hacia arriba cuando termina. Esta noche convertida en tobogán para que Beebusch aterrizara como estrella fugaz en la entrada de la mina con un morado nuevo en la pierna y dos rasguños.

La entrada de la mina tiene una puerta pesada de madera con grabados de hadas, animales y duendes. La llave de plata está puesta y gira como con mantequilla, pero la puerta es tan pesada que debe empujarse con el aguijón en reposo y sus partes circundantes; esa parte el cuerpo que Mamá B no puede ver al aire sin verificar la contextura. Tras dos intentos fallidos y el uso de una maldición aprendida en secreto de su padre, el hadita decide aplicar un poco de magia aprendida en la escuela. Cierra sus ojos, aguanta la respiración y diciendo las palabras: “puede más la fuerza del corazón que la fuerza de la razón” empuja con fuerza y la puerta se abre.

Sus ojos negros inmensos observan atónitos alrededor. Primero porque no puede creer que la magia funcione con sólo quererlo; sino porque no puede creer que exista un lugar tan distinto. Un espacio blanco como la barriga de su hermano duende con un techo altísimo desde donde se ve perfectamente la luna y la estrella donde vive el Abuelo Cheche. En el piso el sello familiar como el que ella misma lleva en su medallón y en frente tres puertas de cristal tallado con cerraduras de oro. Al mirar de reojo el piso se paraliza del susto con su propia imagen. En lugar de hada abeja parece más un champiñón arácnido. Desde pequeña ha tenido pelo de hada bebé en el marco de su cara que no ha querido crecer ni se dejar pegar con agua de azúcar cuando la peina su mamá. Ese despeluque entre un casco de bellota demasiado grande y pijama de pétalos de hortensia revela en el piso de mármol una imagen espeluznante. Nada por qué preocuparse.

Pero al acercarse a mirar tras la primera puerta su corazón empieza a palpitar un poco más rápido. Siente un viento caliente intermitente cerca a su oído y la sangre subiéndole rápidamente hacia la cabeza. Su sombra de champiñón se ha tornado en algo monstruoso y bigotudo. Siente ganas de llorar y gritar pero justo antes oye la voz firme de su mamá decir:

-“Pepper Rose” Basta, déjala ya!

Confundida por el llanto y en brazos de su madre no sabe qué decir ni qué pensar. No puede ni ver por el volumen de llanto que sale de sus ojos mientras trata de entender lo que pasa. No sabe de qué tamaño es el problema en que anda metida. Poco a poco logra enfocar el rostro de Mamá B y empieza a escuchar sus dulces palabras.

-     Beebush, esta es Pepper Rose, la guardián felina de la mina. Lo que tú siempre habías querido. Un gato como los guardianes del Castillo de Suesca en la cordillera.

El llanto se tornó en sonrisa con la rapidez mágica con que los niños logran olvidar los problemas y Beebush se sintió el hada abeja más feliz del mundo.

El Ministerio de minas otorga la concesión de un Guardián de Mina felino cuando la magia de un hada joyera se vuelve demasiado poderosa. Protege la casa, la familia y garantiza que los amuletos que lleguen a manos de las hadas o duendes indicados. Mamá B tuvo que trabajar mucho para lograrlo. Todo era parte de su proyecto secreto en que trabajaba por las noches y que debía completar antes de cumplir sus cuarenta y tres lunas llenas.

Puesto que era la hora de volver a la cama y las caricias a Pepper Rose ya eran demasiadas, Mamá B tomó la mano de su hada abeja para contarle brevemente su secreto. Paradas sobre el sello familiar que recrea la forma de sus alitas y sus piernas de hada abeja a rayas se ven equidistantes las tres puertas mágicas. Cada una con un letrero de oro sobre el umbral con una breve palabra.
La primera puerta dice CREAR, la segunda HACER y la tercera DAR. Para abrir dos de ellas es necesario que el Guardián Felino se siente sobre el sello central de la familia con  sus patas delanteras oprimiendo los rubís de las antenas. Gracia a ello y una vez la cerradura de oro de la puerta respectiva se ilumina, se puede girar la llave y entrar.

Madre e hija entran a la cámara del DAR y la pequeña hada abeja no puede entender porque su ser aparece pintado en todas partes. Cajas azul pastel de todos los tamaños están organizadas a lo largo de una mesa de producción. Cintas rojas de varios anchos, bolsas de seda, papelillos de corteza de árbol de mil tamaños con Beebush en su mejor atuendo, sus alitas, sus trenzas, las botas de imán y el medallón. Las paredes llenas de pequeños cajones de cristal.

Mamá B se agacha frente a ella y con lágrimas en los ojos le dice:

-     “Esto es por ti y para ti, mi pequeña hada abeja. Lo que soy y lo que hago para que nuestra vida de hadas con aguijón sea más fácil. Vamos a compartir a partir de hoy nuestra magia con todo el mundo!”
 

Sintiéndose como el hada más famosa de la noche la pequeña vuelve a cama. Pensando en a quién contar primero su aventura de madrugada, sufre de pensar que hermano duende le tenga celos por ello. Mamá B promete mostrarle al final del día lo que hay detrás de las otras puertas.

No comments:

Post a Comment