Sunday, September 16, 2012

Capitulo II: Una tarde cualquiera


Capitulo segundo de la versión en "Añol"
Una tarde cualquiera...
El otoño está tocando la puerta y los conos de pino nos están pegando en la cabeza. Aunque aún hace calor y no necesitamos medias hay tantas hojas secas en el piso que ni mi hermano duende ni yo podemos montar en bicicleta.
Es mi parte favorita de todos los días especialmente en la primavera. Llegar de la escuela de magia y jugar frente a nuestra casa de madera mientras Mamá B se sienta en la colina a contemplar el paisaje y a cuidarnos. Sé que a veces ella quisiera llegar y bajar a trabajar a la mina, pero sé también que somos más valiosos que las joyas que ella hace y le cuesta mucho dejarnos solos. Incluso prestarnos por un rato. Hasta dejarnos solos con Papá.

Nuestras bicicletas de cedro ya no andan entre las agujas de pino del camino. Mi hermano duende aprendió a pedalear hace poco y ahora hasta me persigue. Nunca creí que fuera a llegar ese día. Ahora las pistas de carreras que hace mamá con polvillos minerales el piso, voy a tener que compartirlas. Mi hermano duende es chiquito y tan parecido a Papá que a la gente le da risa. No entiendo bien por qué los hombres duendes son tan distintos a nosotras las hadas mujeres.  Mamá B dice que hace mucho, mucho tiempo desde que las hadas dejaron de usar las alitas para transportarse todo cambio en este bosque. Que está hecho de gente que viene de muchas partes del planeta que por distintas razones ya no pueden vivir en su propia tierra.

Pero aún sin bicicletas hay millones de cosas que hacer afuera. Piedras por escalar, flores por recoger, bichos por espantar. Yo personalmente odio las arañas. Me hacen gritar, rascarme y saltar de formas inimaginables. Mamá B entra y sale de casa trayéndonos jugos de fruta congelados en varitas de rosa, o croquetas de papá con vinagre y sal. Barras de cocoa con queso y maíz de nube. Es la única hora del día en la que podemos comer “galguerías”. Esas cosas que sólo le gustan a la lengua y no al resto del cuerpo porque si se comen mucho se vuelven rollitos en la panza y enfermedades. No sé muy bien por qué. Si saben tan delicioso.
Mientras jugamos Mamá B se queda “estupefacta” en su silla de la colina. Esa palabra me suena a otra que no debo decir pero parece que esta no es tan mala. Nos mira como si no nos mirara y se inventa cosas dentro de su cabeza. A veces dice que le gustaría trabajar en la oficina de diseño de “El Inventor” pero me asusta. Yo sé que mi Abuelo Cheche se fue para allá el verano pasado y nunca jamás lo he vuelto a ver para que me dé besos de bigote en mis cachetes.  Sé que vive en la estrella más brillante de la noche y me protege pero no verlo me da dolor de pecho. Mamá B siente lo mismo. Desde que el Abuelo se fue ella se cortó su trenza mágica y sin trenza que le acaricie el corazón la risa no le ha vuelto mucho por su cara.

Si Mamá B se va a trabajar a esa oficina pues la dejo de ver también. Pero ella me dice que sólo siente curiosidad de saber cómo se crean nuevas flores y animales, cómo se crean todos los seres vivos, cómo se colorea el pelo de los niños. Quiere saber por qué me parezco yo a ella pero llevo adentro el espíritu guerrero de Papá. Esas cosas que le producen gozo y que trata de copiar cuando se inventa sus joyas. Yo también dibujo bonito. Escribo derecho y sin machas. Ella dice que no se va a ir a ningún lado por lo menos hasta que yo sea toda una mujer y me pueda pintar la uñas de colores solita.
Mis primeras semanas en la escuela de magia han sido divertidas. Los demás niños pueden decir mi nuevo nombre Beebusch muy fácil. Pero siento mi cuerpo muy cansado y se me ha salido el aguijón con Mamá B. Ella no tiene la culpa pero es quién más me cuida y me repite las cosas. Temo el día en que aprenda a usarlo se me ocurra picar en trocitos el papel de mis tareas, averiar las campanitas de bronce que me despiertan en la mañana y hacerle daño a mamá o a mi hermano duende. Eso hace parte de mis peores pesadillas. Que a mi hermanito duende que tanto quiero le pase algo malo sin que yo pueda ayudarlo. Ese duendecito de pelo crespo tiene hoy los cachetes quemados por haber comido cascos de naranja sin permiso y parece un payaso.

A la seis de la tarde de todos los días antes de que se oculte el sol y salgan los zancudos del Nilo debemos entrar a la casa. Subimos todos por las escaleras de caracol de nuestro pino a la torre de alcobas y mientras yo practico mi nueva magia de letras mi hermano duende toma un baño de agua lluvia. Mamá B nos toca mucho y nos da besos cada vez que pasa. Con cara de derretida dice que después del amor la belleza es lo que más cosquillas le producen en el alma. Porque “lo bello se lo inventó alguien con intención y lo disfruta otro con emoción y nostalgia”. Y esas cosas producen como aleteo de mariposas en la barriga.

Mientras estamos en la torre nuestra casa de madera hace toda clase de ruidos. Los establos de las ardillas en el tronco, los pájaros buscando su nido entre las ramas, Mamá venado recogiendo a sus bebés mellizos. Con cada ruido sólo esperamos que finalmente aparezca Papá en su gaso- transportador de guadua, más comúnmente conocido como el GTB. Porque aquí en el bosque prefieren las palabras corticas. Es un nuevo invento de papá hecho de bambú criollo – es decir, que viene de la cordillera -  y que opera con fuego y gas. A mí me da mucha risa. Nunca he preguntado de donde va a sacar los gases para tantos transportadores ni si necesitara contribuciones de toda la familia. Yo tal vez le pueda ayudar con facilidad después de comer frituras en la esquina.
Cuando Papá llega a casa nos llenamos todos de emoción. Empieza el final de otro "Buen día" en el que la vida simple de nuestra pequeña familia nos hace tan felices.

Mamá B ya casi cumple sus cuarenta y tres lunas. Dice que a partir de entonces mi nombre lo van a repetir muchas hadas y duendes además de mis amigos.
Chapter two of the “Glish”version


Any afternoon by Beebush
The fall is knocking at the door and the pine cones are hitting our heads daily. It is still hot outside and although we still don’t need to wear our socks, there are so many dry leaves on the floor that makes it impossible for my goblin bother and  my to ride our bicycles.
It is my favorite part of some days especially during spring time. Get home from magic school and play in front of our wood house while Momma B sits down on top of the hill to contemplate the forest and take care of us. I know many times she would prefer to get down into the mine to work but I also know that we are far more valuable than the jewels she makes. It is very hard for her to leave us by ourselves or lends us for a while. Even leave us under Daddy’s care.
Our cedar bicycles don’t run anymore with the pine needles spread all around the road. Mi goblin bother learned how to do the pedal motion recently and now he sure knows how the chasing thing works. I never thought that day will come. Now my Momma-made play roads have to be shared-roads like everything at home. That little bother looks so much like Daddy that it’s almost funny. I don’t know why fairies and goblins are so different. Momma B says that since fairies stop using their wings to fly life is very different in the forest. She says is it mostly made from people from all over the planet when they cannot live in the land anymore.
But even without bicycles there are many things to do outside. Stones to climbed flowers to picked, bugs to run away from. I personally hate spiders. They made me scream and scratch and jump in very weird ways. Momma B gets in an out the house bringing frozen fruit juice on rose sticks or potato crackers with salt and vinegar. Cocoa bars with cheese or cloudy corn. Junky things that will only please the tongues briefly and give us some extra energy to finish the day. Soon after that they’ll become fat rolls in the belly and sicknesses. Not fair for such a pleasure.
While we play Momma B remains still and quite on top of the hill. Just watching through like she wasn’t really watching and creating things inside her mind. Sometimes she says she would like to work in “The inventor’s” design department but that really scares me. My Grandpa Cheche went there last summer and I have not seen him since then. Never felt again his warm mustache kisses in my cheeks and I miss him. I know he lives in the brightest star in heaven and that he is protecting me but not seeing him gives me a heart ache. Momma B feels the same way. Since Grandpa left she cut down her magic braid and without that braid tickling her heart frequently we have not seen her smile as often as she did before.
So if Momma B goes to work with “The Inventor” that means I will never see her again either. But she promised me that’s just wondering about the way flowers and animals are made. Curiosity about the colors and shapes of life. She would like to know who combined my Beebusch self with her outlooks and my father’s fiery personality. Things that give her joy and that she try to re create when she makes jewelry.
I can make some nice drawings too and write straight with no mistakes like she does. I know for sure she will never leave me. At least until I become a full grown fairy bee with enough credentials to paint my finger nails by alone.

My first weeks at the magic school have been fun. My classmates can pronounce Beebusch much easier than my previous long name. But must admit I feel pretty tired and I have shown off the sting to Momma B. Oh my, I am so afraid of the day that my sting could bite and chopped my homework around or break the bronze bells that wake me up in the morning. Or even hurt Mom or my bother. That looks very much like my nightmares; seeing him hopeless in danger. My little goblin bother has his cheeks on fire this week. He ate some forbidden oranges with no permission and looks like a clown.
At six o’clock right before twilight we get into the house before the West Nile’s bugs daily attack. Up the spiral staircases we go to the bed chambers and while I practice my new lettering magic my goblin bother has a bath with rain water. Momma B passes by with hugs and kisses looking at us with that particular “in love” face she has. She says that love and beauty tickles her soul in a nice way. Because beauty is made intentionally by someone for anyone to enjoy with pleasure and nostalgia. And all those things produce butterfly tickles in your stomach.
While in the bed chamber’s tower the wood around makes all kind of noises. The squirrel stables in the trunk, the birds nesting and Momma Deer picking up her baby twins. With every single noise all we want is for our father to get home in his new Guadua-Gaso-transporter better known as the GGT. People in the forest always like the names shorter. It is a fabulous new invention from Daddy made of bamboo from the mountain range operated by fire and gas. It is kind of funny; I haven’t asked yet where all the gas he’ll need for his transporters is coming from but I am sure I can contribute a bit myself, especially after having lost of fried meets and veggies.
Having Daddy back home is the best part of the day. Marks the start of the end of another good day of our simple precious life and that makes us all happy.
Momma B will complete her forty three moons soon and as she says my name and face may become unforgettable…
 




 

Sunday, September 9, 2012

La magia del destierro * The magic of exile
Both spanish and english versions
 
Capítulo primero de la versión en "Añol"
 
 
Había una vez en un bosque encantado, una pequeña hada abeja llamada BeeBusch. Tenía el pelo largo, las piernas largas, las alitas difusas y un aguijón.
Era un hada poco común. Su mamá venía de un mundo lejano donde la vida era muy distinta y quizás en ello radicaban las complicaciones de su originalidad. La Señora B nació en un lugar de cordilleras donde las frutas eran enormes, las flores no morían en otoño, las nubes eran más oscuras y las casas de piedra.
BeeBush vivía en el tronco de árbol de pino. Su casa y sus muebles todos hechos de madera adornados con las mil cosas que significaban tanto para ella. Su cama especialmente decorada con el capullo vacío de una mariposa monarca, tenía los mismo años que tenía su mamá y era muy especial porque ya muchas hadas abejas habían dormido en ella. Una antigüedad.
El verano se estaba acabando y con el cambio de estación venían nuevas cosas. La más importante era que esta pequeña hada abeja iba a empezar a usar su nombre corto para que las demás hadas del bosque pudieran pronunciarlo. Por fin se iba a acabar la necesidad de repetir y deletrear unas palabras que de la boca de ella salían tan naturalmente pero era la costumbre en la cordillera de donde venían sus padres. Los nombres estaban hechos de cuatro palabras. Las dos primeras eran los nombres y las dos segundas los apellidos.  El primer nombre ya debía haber sido usado por otra hada de la familia, como la cama. El segundo tenía un significado mágico que sólo era revelado al nacer el hada bebé de acuerdo a su destino. El primer apellido hablaba del lugar de procedencia del padre y el segundo el lugar de procedencia de la madre. Difícil entender para ella por qué a los hombres les toca casi siempre el primer turno como con sus apellidos. Pero en fin, esa era la tradición y las tradiciones jamás se rompen.
De la mente de BeeBusch un hada abeja de seis años:
Tradición…. es  como algo que toda la familia hace sin parar para acordarse de que uno es parte de esa familia. Creo.
En este bosque mientras más cortos sean los nombres mejor. Así es que mi mamá recortó el mío de forma que aún sonara significativo. Me dejó mis dos B largas para que me acordara de hacer todo Bellamente Bien, me dejó mis dos E con antenas para que nunca se me olvidara que soy una hada abeja y lo terminó con “usch” que suena como los besos babosos que me da para que no se me olvide nunca que de amor fui hecha y que es lo más importante en la vida. Y con ese nombre me tengo que ir yo a mi primer año de esperando que ahora no me preguntes por mis alas difusas y mi aguijón secreto.
Me va a costar mucho trabajo levantarme antes de que salga el sol sin alzar la ceja. Es un gesto que no puedo evitar  - como mamá – cuando estoy a punto de ponerme histérica.  Pero la verdad tengo mucha emoción de volver a ver a mis amigas hadas, volver a hablar mi otro idioma y mostrarles que tanto me ha crecido el pelo.
Eso de hablar “Gles” en lugar de “Añol” es un poco más fácil para mi. Digo todo mucho más rápido. Pero mamá dice que la gente del bosque no puede enrollar la lengua para hablar “Añol” por no haber tomado sopa con guascas desde que eran niños. Yo ni sé. A veces yo creo saberlo todo pero ella sabe un poco más . Un día me conto que cuando era un hada chiquita mi Abuela Jojo la engañaba diciéndole que si se tomaba toda su sopa de espinacas sus ojos se pondrían verdes al amanecer y eso nunca pasó. Tal vez me engaña a mi de la misma forma con el cuento ese de las sopas para que yo le haga caso.
Mi pobre dulce madre no sólo quería sus ojos verdes sino derechos. El ojo izquierdo no le hacía caso y sólo quería mirar a su nariz. Yo me la imagino de niña con sus gafas vampiresas rosadas y me da ternura. Estuvo así por muchos años, bizca quiero decir, hasta que un brujo muy bien parecido logró conjurar un hechizo y sanarla. Me cuenta que nunca se burlaron de ella. Fue al colegio con sólo hadas niñas que a adoraron y nunca dijeron nada malo de sus ojos. Ella lo acepta con orgullo. Dice que por ello descubrió parte de su destino. Mamá B y la Abuela JoJo llenaban de color rojo todas las letras “a” y “o” del periódico dominical, y ensartaban cuentas y semillas en collares para que los ojos aprendieran enfocar al mismo. Lo hicieron tres veces a la semana por un montón de años de su infancia y fue así como: Tarrraaaan! mi Mamá la Reina B se convirtió en joyera.
La verdad yo la he vuelto a ver con esos ojos torcidos por la noche. Trabaja hasta muy tarde en un cosa secreta de la cual no nos va a contar hasta que complete cuarenta y tres lunas llenas. Algo que tiene que ver conmigo, con ella y con la magia que nos hace tan únicos, y tan distintos. Si ella aún estuviera en la cordillera no estaría tan cansada, pero tampoco me tendría a mí su tris de hada abeja.
Ya veremos. Por lo pronto yo tengo colegio mañana.
 
 
Chapter one on the "Glish" version
 

Once upon a time there was a little Fairy Bee name BeeBush. She had long hair, long legs, diffused wings and a sting.
She was an extraordinary fairy. Her mother came from a far away land were things were quite different and that is why being different was a little complicated. Mrs. B was born in a mountain range where fruits were humongous, flowers didn’t die in autumn, clouds were darker and houses were made of stone.

BeeBusch lived in inside a pine tree trunk. Her house and furniture are all made of wood with many dangle things she has collected. Her bed specially dressed with the delicate empty cocoon of a Monarch butterfly, was as old as her mother and was extra special because more than one fairy in the family have slept on it. An antique bed.
The summer was coming to an end and with the change of seasons new things were coming. The most important being that this little fairy bee was going to start using her new short name so that other fairies of the forest can pronounce it.  The awful need for repeating and spelling the words that came out of her mouth so naturally was coming to an end. But that was the way people were named in the mountain range were her parents were born. Fairies had four words in their names no matter what: two names and two last names. It was a must that the first was already used by other fairy in the close family like the wood bed. The second has a magic meaning and was revealed when babies were born according to their destiny. The first last name was the father’s provenance place and the second one, the mother’s. A bit hard for BeeBusch to understand why men many times men have to take the first turn, like with her last name. But anyhow, that was the tradition and traditions shall never be broken.

Out of the mind of BeeBush a six year old fairy bee:
Tradition is like… something that all the family does again and again to feel that they are really part of that family, I guess.
In this forest it is much better for your name to be short. Trust me. Been there, done that. So my Momma B cut my name down in a way that could be meaningful still. She left me with two “B’s” for me to remember to give my Beautiful Best, my two “E’s”  with antennas so I never forget I am a fairy bee and the “usch” at the end kind of sounding like her smooching kisses, for me to know she loves me and make love the most important thing in life. So that is the way I will go to school this year hoping they don’t start to ask about my diffused wings and my hidden sting.
It is going to be so hard to wake up before dawn without raising my left eyebrow. That is a very common gesture I can only make like Mom when I am about to lose my temper. But at the end I am excited about seeing my friends again; speak my other language and show off how much my hair has grown during the summer.
Speaking “Glish” instead of “Nish” is so much easier for me. I can say everything much faster. But Momma says the forest fairies can’t rolled their tongues around to speak “Nish” because they never had their “Guasca’s soup” when they were little.  Guasca is a magic herb only found at the mountain range.  Sometimes I think I know almost everything but my mother knows a little bit more. She once told me that Grandma Jo made her drink all her life time spinach soups as a fairy girl, telling that her eyes will become green by twilight, but it never happened. It was deception and now I am wondering if Mom is doing the same with the soup stories for me to understand.
My poor sweet Momma B wanted her eyes not only to be green but to look straight again. Her stubborn left eye remained looking to her nose all the time. Oh, I can picture her wearing her tiny vampire shaped pink classes and it tickles me. She was like that for many years. Crossed eye I mean, until a good spell from a handsome warlock make those eyes straight again. Nobody made ever fun of her; she went to school with only girls and was never bullied or anything. And she liked it that way. It was part of her destiny.  Because Mom and Grandma Jo spent hours trying to teach her left eye how to stay in place. They colored in red all the letter “a’s” and “o’s” in the entire weekend newspaper and they string beads three times a week for a gazillion childhood years: Tadaaaa! That was how my Mom became a Jeweler.
Truth to be said, I have seen those brown eyes crossed again at night. Because she has been working until very late at night in this magical secret project and we don’t know what it is until she completes forty third full moons. It is about me and about her.  It is about magic and the joy of being different. If she was still living in the mountain range she wouldn’t be so tired. But she wouldn’t have me either. Me, her little fairy bee.
We’ll see. I have school tomorrow.
 
By Beatriz De Irisarri & Buendía
PS: Please excuse my mistakes and miss-spells. I am that foreing Momma B still learning to write in "Glish". All corrections are more than wellcome.